Los primeros síntomas incluyen: dolor de cabeza; mareos; náuseas; dificultad para respirar cuando está en movimiento; debilidad o fatiga; problemas para conciliar el sueño; aumento de la frecuencia cardíaca. Los síntomas más graves son: dificultad para respirar en reposo; opresión o dolor en el pecho; tos; vómitos; confusión; no poder caminar en línea recta; piel pálida, gris o azul.

En los casos leves no se suele requerir atención médica y por lo general se resuelve entre uno y tres días. Los casos graves suelen requerir atención médica; oxigeno, medicamentos y traslado a una altitud menor.

Para el mal de altura, y para otro tipo de malestares de adaptación como el jet lag, se recomienda que una semana antes del viaje preparemos el organismo incorporando paulatinamente los cambios (horario, comida, altura, entre otros) que nos implicará el viaje. De esta forma, le daremos tiempo al cuerpo de que tenga una mejor adaptación en el destino.

También es recomendable contar con una tarjeta de asistencia en viaje por si el mal de altura o cualquier otro síntoma empeora y necesitamos asistencia médica estando en el exterior. Que mejor que contar con atención las 24 horas y un equipo de profesionales que nos asesore y gestione nuestro traslado para ser atendidos eficientemente. Recuerda que además en algunos países el seguro y asistencia en viaje es obligatorio.

Lo único que tendrás que hacer para ser atendido, es llamar a la central de emergencia, identificarte y contar lo sucedido. También puedes descargar la app TELEMED en la que podrás conversar por chat o videollamada con un médico y recibir una primera atención.

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